LA ESTÉTICA:
La ética del estar y la apariencia
Para
Platón, no todo lo que nos gusta es bello de verdad,
a
veces solo lo aparenta.
El filósofo pretendía alcanzar una interpretación objetiva de lo bello;
no se interesaba por lo que se entendía comúnmente por belleza sino por lo que
esta es en sí misma. El placer, fugaz o subjetivo, no sirve como prueba de una
cualidad permanente como es la belleza, que no se limita a los objetos sensibles,
sino que es propiedad objetiva de las cosas bellas.
En la actualidad:
El estrés por la imagen corporal: cuando la belleza lo es todo
Escrito por Dr. Rodrigo Mazo Zea 26 septiembre, 2019
La preocupación por la imagen corporal
constituye uno de los problemas más frecuentes en nuestra sociedad. La imagen
corporal, entendida como la representación del aspecto físico que cada persona
construye en su mente, no necesariamente tiene relación directa con la
apariencia física (Raich, 2000). De hecho, personas con una apariencia física que
se aleja de los cánones sociales de belleza, pueden sentirse bien con su imagen
corporal, mientras que otras, que pueden acercarse a estos estándares, pueden
tener dificultades para aceptar su apariencia (Salaberria, Rodríguez &
Cruz, 2007). Así, las personas no se preocupan tanto por la forma de su cuerpo
o por su belleza, sino por la imagen física que han construido para sí y por la
impresión que creen que su apariencia genera en los demás.
A nivel patológico, la preocupación
excesiva por tener algún defecto o una apariencia física defectuosa ya sea
normal o imaginaria, se conoce con el nombre de trastorno dismórfico
corporal. Esta enfermedad mental afecta a cerca del 2 % de la población en
general, pero según estudios recientes, cerca del 75 % de las personas tienen
alguna preocupación importante por su apariencia que, aunque no cumple con los
criterios para constituir un trastorno, sí afecta su estabilidad emocional,
generando una focalización negativa en la imagen que proyectan hacia los demás
(Veale & Bewley, 2015).
Patologías
ligadas a la imagen física
Otros cuadros patológicos asociados con
los problemas de autoimagen son los trastornos alimentarios como la anorexia
(restricción alimentaria), la bulimia (episodios de ingesta voraz acompañados
de conductas eliminativas o purgativas), la ortorexia (obsesión por la comida
sana) y la vigorexia (obsesión por mantener una figura física atlética o
musculosa). En ocasiones, estos problemas llegan a ser incontrolables,
generadores de gran perturbación, lo que implica la necesidad de tener ayuda
profesional para su superación.
Adolescentes,
los más estresados con el tema
La preocupación por la imagen corporal
suele agudizarse en la adolescencia, cuando la aceptación social tiene una
mayor importancia para las personas y por los cambios propios de la edad que se
reflejan en el cuerpo. La preocupación por el acné, por la apariencia de un
cuerpo aún no desarrollado a plenitud, la necesidad de atraer físicamente a
otros y la imperiosa idea de requerir ser aprobado socialmente, teniendo la
belleza como vehículo para lograrlo, es un fenómeno social común en nuestros
tiempos.
En un estudio realizado en estudiantes
universitarios, se encontró que al menos un 80 % de los jóvenes manifestó tener
preocupación por su apariencia física, lo que les lleva a desarrollar
estrategias para mejorar su aspecto, o para compensar sus “defectos percibidos”
con actitudes de ocultamiento de los mismos. Sin embargo, la preocupación por
la imagen corporal se presenta en todas las edades y estratos sociales, y es
compartida en porcentajes similares en hombres y mujeres (Barraca 2015).
La
presión de la publicidad
La sociedad suele reforzar esta
preocupación al imponer estándares de belleza difíciles de cumplir y con los
que se compara la imagen corporal de cada uno. Un estudio reciente realizado en
España encontró que en el 80 % de los mensajes publicitarios sobre vanidad y
belleza se incita a la delgadez como criterio de aceptación social en las
mujeres, y el desarrollo de un cuerpo musculoso y atlético en los hombres, lo
que no corresponde con la imagen corporal de la mayoría de las personas de
nuestro medio (Castro, 2016). Como plantea Riso (2015), “el juicio estético que
la cultura ejerce sobre la apariencia física tiene enormes consecuencias para
nuestro futuro”.
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